LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
El país de los Gorras Azules y el
país de los Gorras Rojas no se llevaban nada bien. Es más, se
llevaban tan mal que entraron en guerra.
-¡Abajo los Gorras Rojas! -gritó el
presidente de los Gorras Azules.
-¡Abajo los Gorras Azules! -gritó el
primer ministro de los Gorras Rojas.
El presidente de los Gorras Azules y
el primer ministro de los Gorras Rojas reunieron sus armas: tanques
inmensos, misiles veloces, portaaviones como ciudades, bombas,
metralletas, granadas…
-Solamente faltan los soldados –dijo
el presidente de los Gorras Azules.
-Los soldados son lo único que falta
–dijo el primer ministro de los Gorras Rojas.
A Continuación, los dos dirigentes
pronunciaron sus discursos.
-¡Muchachos! ¡Mis valientes!
-decían- ¡Se acabó la paz! ¡Vamos a la guerra!
Pero los muchachos del País de los
Gorras Azules estaban ocupados cosechando el trigo o tocando la
guitarra. Y los muchachos del País de los Gorras Rojas estaban
desarmando una radio o bailando rock.
En las esquinas de todas las ciudades
de los dos países había carteles con un dedo acusador que decían:
“¡Muchachos! ¡Mis valientes! ¡Vamos a la guerra!” Pero los
muchachos seguían cosechando, bailando…
Entonces, el presidente de los Gorras
Azules y el primer ministro de los Gorras Rojas sonrieron en los
televisores y prometieron medallas brillantes a los que quisiesen ir
a la guerra. Y después rugieron y amenazaron con mandar a la cárcel
a los que no quisiesen ir. Ni aun así hubo soldados suficientes.
Pero las guerras no esperan. Así que
los dos pequeños ejércitos, que eran tan pequeños que los dedos de
una mano y un pie alcanzarían para contar sus soldados, se pusieron
en marcha.
Atravesaron pantanos, llanuras
inmensas, bosques tupidos y cadenas de montañas altísimas. A veces,
alguno de los ejércitos creía divisar al enemigo a lo lejos y el
general daba la orden: “¡Apunten! ¡Fuego!” Pero no era el
enemigo, era un tren de mercancías o una bandada de pájaros que
levantaba el vuelo. El enemigo estaba, mientras tanto, a muchísimos kilómetros de allí, gritando también:
“¡Apunten! ¡Fuego!” y gastando sus balas en los que le había
parecido un ejército y que en realidad no era más que una nube baja
o un montón de hierba.
Dicen que, desde hace muchos años,
estos dos ejércitos están buscándose. Pero son dos países muy
grandes y dos ejércitos demasiado pequeños. Lo más probable es que
se encuentren por casualidad dentro de cien años. Menos mal que,
para entonces, los soldados estarán ya demasiado viejos, y los
tanques, las metralletas, las bombas y los misiles estarán ya muy,
pero que muy oxidados.
Graciela Montes
Te cuento tus derechos. Amnistía
Internacional (Adaptación)
INTENCIÓN: Entender la paz como una tarea que nos
compete a tod@s.
COMPRENSIÓN:
¿Cómo se llamaban los dos países?
¿Qué materiales juntaron los
dirigentes?
¿Qué otra cosa les faltaba?
¿Qué hicieron en primer lugar los
dirigentes para animar a la gente?
¿En qué empleaban su tiempo los
gorras azules?
¿Qué preferían hacer los gorras
rojas?
¿Qué hicieron después los dirigentes
para animarlos a participar?
¿Quiénes fueron al final a la
batalla?
¿A quienes disparaban?
¿Por qué no se encontraron los
ejércitos?
¿Qué ocurrirá cuando se encuentren?